Por Ricardo Gandara | Corresponsal
El Padre de Holy Cross, Frank Zlotkowski puede que tenga uno de los ministerios más difíciles. Es el capellán del hospital, a veces lidiando con familias que necesitan apoyo mientras que mueren seres queridos. O a veces, sentándose con pacientes que están al final de la vida y necesitan oración y una sensación de cierre.
“Pero también hay celebraciones. Nacimientos y cirugías exitosas,” señala el Padre Zlotkowski. Él es el sacerdote capellán en Seton Healthcare Family of Hospitals en Austin. Él oficia en Dell Seton Medical Center con el Padre Tommy Sebastian. En cualquier día, los sacerdotes y voluntarios sirven en ministerio a tantos como 1,300 pacientes en ocho hospitales en el Centro de Texas.
“Celebro el poder de Dios en medio de tragedias,” dijo. “Busco y busco y veo la presencia de Jesús en hospitales”.
Su trabajo va de la mano con No One Dies Alone de Seton, un programa en el cual voluntarios se sientan con pacientes que están al final de sus vidas y no tienen a alguien con ellos.
“Esto es lo que Jesús haría,” dijo el Padre Zlotkowski.
El Sacerdote de 72 años no parece de su edad. Él ha estado en la vida religiosa por 54 años como un miembro de la Congregación Holy Cross, una comunidad religiosa internacional de sacerdotes y hermanos.
La influencia de su trabajo actual se produjo cuando él era un estudiante de preparatoria de 17 años. Su padre fue electrocutado en un accidente industrial. “Fue la tragedia de eso y un párroco que estaba conmigo. Lo vi como un regalo el viajar con otros en una tragedia,” dijo el padre Zlotkowski. Finalmente, se convirtió en un capellán certificado parte de la Asociación Nacional de Capellanes Católicos. “La capacitación adicional se relaciona con la complejidad de la vida de las personas”, dijo, señalando que muchas de las familias que conoce no son de la fe Católica.
él es el dador de cuidados espirituales iniciales presente en un hospital, pero también conecta a personas con sus iglesias. Él con frecuencia llama a colegas para que intervengan cuando se necesita un hablante de español o una mujer necesita hablar a una víctima de violación sexual.
El trabajo no es terapia ni los cape-llanes ofrecen magia.
“Puedo entrar en un cuarto y la gente me ve usando este traje (indumentaria eclesiástica) pero yo conozco mi papel. Voy a conseguirle un trago de agua a la gente, una caja de pañuelos desechables, me siento en silencio y hablo con los doctores. He sido llamado para estar en ese cuarto con la gente. Conozco sobre sus situaciones. Puede o puede que no use la Escritura o la oración. A veces tengo que no estorbar,” dice.
La aproximación va con el lema del Padre Zlotkowski de “escuchando el quién antes de qué hacer. Primero conozco nombres y escucho quién es la gente. Vas con gentileza. Confío en el espíritu de Dios para guiarme hacia donde necesito estar”.
Él no cuestiona su presencia o propósito. “Todos los ministerios y la vida son un misterio ¿Por qué soy sacerdote? No lo sé. Confío en que Dios me llamó a ser sacerdote y me dio este don para hacer lo que hago,” dijo.
Los temas del final de la vida son retadores para los pacientes, sus familias y aquellos que les sirven en ministerio.
“Siempre da miedo, pero los empleados están aquí bajo directivas Católicas. Primero está la dignidad del paciente,” dijo. Es común hablar con familias sobre el seguro y el pago de los cuidados”.
Como sacerdote, él celebra Misa diariamente y ofrece los sacramentos, incluyendo la reconciliación y la unción de los enfermos. También brinda la Eucaristía a Católicos antes de morir.
“Diré, Juan, mi hermano, sigue ade-
lante en este mundo en el nombre del Espíritu Santo que te santifica,” dijo.
Rápidamente dice que su trabajo no es todo solemne.
“Hay gozo en la mayoría de lo que veo en este ministerio — el maravilloso gozo de ver en la gente el reconocimiento de Dios,” dijo.