Por Ricardo Gandara | Corresponsal
Andrea Ramos, directora diocesana asociada de música, ha sido nombrada Chapter Leader of the Year por la National Association of Pastoral Musicians (NPM).
El distinguido reconocimiento subraya su trabajo liderando el Capítulo local de NPM Austin, el cual está formado por ministros musicales parroquiales — directores, instrumentalistas, cantantes, acompañantes e ingenieros de sonido — a lo largo de la diócesis. La clave de su éxito es su gran habilidad en las relaciones personales que permite que los ministros musicales sirvan de mejor manera a sus parroquias, dijo Steve Petrunak, presidente de la National Association of Pastoral Musicians en Silver Spring, Maryland.
“De manera más notable, ella ha mostrado un liderazgo excepcional en su capítulo. Es una constructora de trabajo en equipo y una gran comunicadora…tiene la gran cualidad de ser directa y enormemente respetuosa”.
La pasión de Ramos por la música comenzó a temprana edad. “Crecí tras bambalinas,” dijo. Su madre, Jeannette Inchauste, era bailarina de ballet y coreógrafa, y directora artística del Ballet Oficial de Bolivia.
Esas raíces, que la llevaron a convertirse en músico profesional y le enseñaron habilidades de liderazgo a una muy corta edad, proveen de una base fuerte para su posición actual en la Oficina diocesana de Culto Divino y en el NPM Capítulo Austin.
“El capítulo busca apoyar a nuestros músicos pastorales que sirven en la diócesis fomentando el arte de la música litúrgica. Proveemos de formación musical y oportunidades para relacionarse, las cuales incluyen talleres, pláticas, formación espiritual e incluso eventos sociales. También, la mayoría del trabajo del capítulo es presentado en asociación con la Oficina diocesana de Culto Divino,” dijo Ramos.
Como parte de su trabajo con la Oficina de Culto Divino, ella sirve como director artístico para el Coro Diocesano que canta en reuniones grandes tales como la Misa Crismal y en ordenaciones. Ella supervisa las operaciones del coro y toma todas las decisiones artísticas y ejecutivas junto con un equipo de músicos talentosos. Además de su trabajo con la Diócesis de Austin y el NPM Capítulo Austin, ella continúa siendo una intérprete de ópera activa y sirve como Directora Ejecutiva del Texas Bach Festival.
Ramos da crédito a sus padres por proveerla de una base musical fuerte que le ha servido bien.
“Mis padres fomentaron el arte de la música. De pequeña, estuve rodeada por bailarines y músicos de todo tipo. Crecí escuchando ópera,” dijo. “Mis padres no sólo me inculcaron mi amor por la música, sino que también me dieron la fuerza y el impulso para ir tras de mis sueños”.
Su padre, Edwin Ramos, amaba la música. Cuando había una presentación de cualquier tipo, él llevaba a su hija con él para que observara. Tuvo efecto. A los 9 años, Ramos comenzó a tomar clases de piano en el Conservatorio Nacional de Música de Bolivia. Para cuando era una adole-
scente, había comenzado lecciones de canto clásico privadas. Su maestra, la soprano Karina Stepanian fue esencial en su crecimiento.
“Dijo que había algo especial sobre mí. Me dijo que obtuviera un título y que saliera del país. Descubrí una nueva pasión por el canto clásico,” dijo.
Ramos floreció, y escuchó el consejo de su instructora de canto. Recibió una beca completa de la University of Central Arkansas para estudiar música. En 2011, obtuvo una licenciatura en música con énfasis en actuación vocal. Ahí, también conoció a otra instructora de canto, Christine Donahue, quien la animó a alcanzar cimas más altas.
“Ella creyó en mí y me dio la confianza para seguir mis sueños,” dijo. Bajo el tutelaje de Donahue, ella se ha presentado en Francia, Bolivia y con varios ensambles localmente.
Mientras estaba en la universidad, Ramos se distinguió al ganar las District Auditions presentadas por la New York Metropolitan Opera, lo que le abrió puertas.
“Me puso en la escena,” dijo.
A pesar de todos los éxitos, hubo momentos difíciles. Ramos creció en un país con muchos retos, incluyendo conflictos políticos.
“Bolivia es hermosa, pero es un país luchando por ofrecer lo mejor a su gente. Todavía la visito. Regresar me recuerda quien soy a través de la vida y las relaciones,” dijo.
Cuando se mudó a Estados Unidos a la edad de 20 años en 2007, extrañaba su hogar y su fami-
lia. “Muchas veces estaba solo yo en un cuarto de dormitorio. Creo que ahí fue de donde llegó mi fe,” dijo.
“Cuando llegué a la universidad, Dios tenía un plan para mí y acabé conectándome con St. Andrew Cathedral en Little Rock. Ahí fue donde mi camino en el ministerio de la música comenzó,” dijo. Cuando asistió a Misa por la primera vez, se sintió en casa.
“Fue transformador; sentí paz en mi corazón, excavé más a fondo mientras estaba en la iglesia y me acerqué a Dios,” dijo. Se convirtió en cantora para la parroquia y se involucró mucho en el ministerio musical mientras realizaba sus estudios musicales.
También conoció a su esposo, Benjamin Cox en la unversidad, quien estudiaba música y es un cantante clásico. Tienen un hijo pequeño, Christopher.
La educación de Ramos continuó; ella obtuvo una maestría en Interpretación Operística de la Butler School of Music de la University of Texas, en 2013. Su carrera se acomodó. El trabajo en la Diócesis de Austin se abrió, y, al principio, no estaba segura de qué hacer.
“Recuerdo preguntar, ‘Dios ¿Cuál es el plan?’ Asistí a la entrevista y lo puse en manos de Dios. Ha sido algo maravilloso. No sólo sirvo y ofrezco apoyo a Músicos Pastorales en esta diócesis, sino que también construyo relaciones fuertes con nuestra comunidad Católica y empodero a músicos de todo tipo de antecedentes,” dijo.
Ser bilingüe también ha probado ser beneficioso en el trabajo debido al creciente número de músicos hablantes de español en las parroquias.
Aunque está agradecida por ser reconocida por su trabajo con la National Association of Pastoral Musicians, está aún más agradecida por poder combinar su fe con su música.
“Servir a la iglesia con los dones musicales que Dios ha derramado en mí es un verdadero honor y privilegio,” dijo Ramos.