Por Enedelia J. Obregón
Corresponsal Senior
Tenía 9 años cuando asistí a mi primer pastorela. Fue la única vez que visitamos a los padres de mi padre en México, unos años antes de que muriera.
“¿Ves ese diablo?” me preguntó mi madre apuntando a un hombre vestido con un disfraz de diablo rojo y negro con cuernos como de borrego cimarrón, una cola larga y un trinche. “Ese es tu tío”.
Yo estaba fascinada por el hermano de mi abuela y los igualmente colorido diablos menores que bailaban y se reían alrededor de las ovejas vivas y los humildes pastores en disfraces monótonos. El polvo en el campo abierto brillaba por la luz de lámparas de keroseno y las luces del auto de mi padre.
Yo estaba siendo testigo de una obra de teatro moral de cientos de años de antigüedad contada desde el punto de vista de los pastores.
Después de que el ángel se aparece anunciando el nacimiento del Niño Jesús, él anima a los pastores a viajar a un establo en Belén y adorar al niño.
Acompañando a los pastores se encuentra un santo, pero bromista ermitaño. Los pastores encuentran diablos que los tientan para que dejen su peregrinaje. Bartolo –el pastor líder- es el más susceptible a la tentación. Al final, el Arcángel San Miguel y otros ángeles vienen al rescate, permitiendo a los pastores tener éxito en su tarea.
La pastorela tiene sus raíces en México. Antes de la conquista española de 1521, la gente de México en Tenochtitlán (ahora Ciudad de México) usaba obras de teatro para entretener y comunicarse con los Dioses. Cuando los Franciscanos llegaron en 1523, usaron obras de teatro para enseñar sobre Cristiandad. La pastorela se difundió a otras partes de Latinoamérica.
Para los muchos parroquianos inmigrantes de la Parroquia del Sagrado Corazón en Austin, presentar la pastorela es un recordatorio anual de su cultura y su fe.
Desde el 2012, miembros de los grupos juveniles Arco Iris y Obreros de Cristo, han escrito y actuado la pastorela. Se presenta sólo una vez durante la temporada de Adviento y en español. La pastorela del año pasado estuvo llena de chistes sobre el estado mexicano de Michoacán. La de este año será más tradicional y basada en un guión que uno de los miembros trajo de Virginia. Los guiones pueden variar un poco.
La importancia de lo que hacen fue clara en 2010 cuando Berry Yanez actuó como uno de los tres reyes en otra parroquia. Al final él dio dulces a los niños.
“Una niña pequeña quería una foto conmigo y preguntó a su madre quién era yo,” dijo Yanez. “La madre le explicó que en México hay una tradición de los tres reyes dando regalos. La niña contestó. ‘Eso es en México. Aquí tenemos a Santa Claus”
Gloria Sánchez dijo que es importante recordar la razón por que la que celebramos Navidad. “A través de las gene-raciones, podemos olvidarnos de las tradiciones que rodean la Navidad,” dijo.
“Debemos asegurarnos de que no se pierdan”.
Para el recién llegado Enrique Vásquez, el tener una tradición de su natal Guatemala es una hermosa manera de evangelizar.
“Muchos jóvenes piensan que es aburrido hablar sobre la fe, o tienen miedo de hablar de ello,” dijo. “Pero ésta es una hermosa manera de compartir nuestra fe”. “Este trabajo lleva el mensaje de que Nuestro Señor na-cerá y necesitamos compartir la noticia como Católicos,” dijo Vásquez. “No es sólo cualquier celebración. Es el nacimiento divino”.
La pastorela también nos recuerda de las celebraciones en nuestros países de origen. Dijo Luis Ríos que ésta será su primer pastorela aquí en Estados Unidos.
“Les pasamos aquí lo que se experimenta allá,” dijo.
La hermana Perla Medrano de los Discípulos de Jesús, la consejera espiritual del grupo, dijo que la pastorela también sirve para que la grande comunidad inmigrante se sienta menos extraña en una tierra extranjera. “Esto es parte de nuestras raíces latinas,” dijo. “Cuando venimos a una pastorela, sabemos que estamos con los nuestros”.
La pastorela se presentará en español el 17 de diciembre después de la Misa de las 5 p.m. en la Parroquia de Sacred Heart en Austin. Para mayor información, llame a la parroquia el (512) 926-2552.