Por Carla Smith | Corresponsal
Ellos estaban entre las muchas personas convencidas de que el abuso sexual nunca pasaría en su familia. Pero sí le sucedió al, entonces, hijo de 10 años de Jeff and Judy
Ulery. Como si eso no fuera suficiente para volcar sus vidas, el perpetrador era un amigo en quien confiaban y alguien a quien Jeff había conocido desde que era un adolescente. Los Ulerys están compartiendo su historia personal de dolor y sanación con la esperanza de educar a padres y niños por igual.
“Hablamos de esta oportunidad como familia y el consenso abrumador es que más gente necesita conocer esta información para que los jóvenes puedan estar protegidos,” dijeron.
Algunos, puede que reconozcan a Jeff y a Judy por el video mostrado durante los talleres de Ética e Integridad en el Ministerio (EIM). También son Católicos practicando su fe en la Diócesis de Austin.
La pareja aprendió mucho durante su dura prueba, incluyendo el admitir qué tan inocentes eran acerca del abuso infantil en general. Ahora, ellos quieren compartir su conocimiento para proteger más niños.
Los estudios muestran que el 95 porciento de perpetradores son gente que conocemos en quien confiamos. El abusador del hijo de los Ulery fue puesto como un guardián en su testamento, era el padrino de su sobrino, y dos de los miembros de su familia eran padrinos de otros niños. Los Ulerys estaban impactados, pero habían encontrado un llamado y están alzando la voz para que otras familias conozcan los hechos y eviten su dolor.
Los Ulerys y expertos están de acuerdo en que conocer signos de peligro típicos, de abuso y de cómo los perpetradores “se ganan” a sus víctimas, son cosas que todo padre debe conocer y observar. Las víctimas de abuso sexual infantil con frecuencia exhiben señales indirectas físicas como ansiedad, dolor de estómago crónico y dolores de cabeza.
También puede que existan señales emocionales o de comportamiento, tales como aislamiento, miedo, depresión, y enojo inexplicable. Otras consecuencias comunes de trauma incluyen pesadillas, mojar la cama, baja de calificaciones, crueldad a animales, bullying, ser molestado por compañeros de la escuela, jugar con fuego, escaparse de casa y hacerse daño a si mismo de cualquier manera.
Estos son síntomas que se manifiestan después de que el abuso ha empezado, así que enseñar a los niños las señales posibles de cómo se ganan los abusadores a sus víctimas (conocido como grooming en inglés) antes de que el abuso se dé, es algo igualmente importante de reconocer.
Los perpetradores quieren mantener todo secreto y con frecuencia usan técnicas para probar y ganarse la confianza de sus víctimas y sus familias.
Los Ulerys dicen que el abusador trabajó en ganarse la confianza de su familia por años. Ellos advirtieron que los perpetradores son muy pacientes mientras incorporan métodos para ganarse la confianza, tales como el aislar a un niño, tocarlo, darle a un niño atención especial y regalos; y generalmente, invertir más y más tiempo, dinero y energía en un niño.
Con frecuencia empieza con algo pequeño y va ganando inercia mientras que se va ganando la confianza, así que, educar a los niños y jóvenes sobre cómo se ven los comportamientos seguros e inseguros y las maneras en que pueden responder cuando existan violaciones de límites, es esencial.
La meta es que los niños reconozcan conducta inapropiada y reaccio-
nen apropiadamente cuando experimentan cualquier cosa que es inaceptable o incómoda.
“El perpetrador de nuestro hijo, con frecuencia permitía que nuestros hijos rompieran reglas familiares,” dijo Jeff. “Un ejemplo era el permitirles viajar en el asiento delantero del carro antes de que esto les fuera legalmente permitido, en donde, después supimos, era uno de los lugares en los que él abusaría de nuestro hijo. Nuestros hijos confiaban en él ya que él era un amigo de la familia en quien confiábamos”.
La Dra. Mónica Applewhite, experta en la prevención del abuso sexual y colaboradora de los programas de EIM, agregó que reconocer los signos de grooming y de abuso debe ser una prioridad para todos los padres, sin importar dónde viven o quiénes son.
Los ofensores sexuales, ella advirtió, toman pasos extra y precauciones para asegurar que víctimas potenciales se sientan cómodas con ellos antes de que se inicie cualquier contacto sexual. Al tomar a las víctimas “bajo sus alas,” un predador puede, entonces, accidentalmente tocar las partes privadas de una víctima para estimar una reacción y probar límites. También evaluarán la habilidad de un niño de mantener un secreto de sus padres respecto a cosas como cigarros, alcohol y pornografía.
Cuando se les pregunta si harían algo distinto, si pudieran, los Ulerys dijeron que se habrían educados a si mismos mejor sobre los signos de alerta y hubieran tenido conversaciones consistentes con sus hijos respecto a los límites y cuándo un tocamiento es seguro e inseguro.
Applewhite urgió a los padres de familia a tener esas conversaciones incómodas pero necesarias con sus hijos. Ella recomienda mucho que los padres enseñen a sus hijos los nombres de las partes del cuerpo a una edad temprana y que ciertas partes son privadas y distintas. Una vez que un niño va a la escuela, ellos deben de conocer las reglas sobre las partes privadas y que cada falta de respeto o violación de las reglas debe ser reportada. Ella dice que los padres de familia deben creer cualquier reporte sobre un posible abuso.
Ella y los Ulerys ponen énfasis en que esto no es sólo un “problema Católico”. De hecho, las estadísticas muestran que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufren de abuso.
“Todo el que dice que el abuso
sexual infantil es un problema Católico está, lamentablemente, mal informado,” dijo Jeff. “Este crimen está pasando en vecindarios residenciales, organizaciones, escuelas, iglesias de todas las denominaciones, equipos deportivos y la lista sigue. El abuso de nuestra juventud es un problema cultural y social”.
De igual importancia es escuchar a un niño que pide ayuda o que, incluso de manera sutil, menciona algún abuso. Hablar y ser escuchado es con frecuencia el primer paso, y cualquier duda de autenticidad se dice que es tan dañina como el abuso mismo. Los Ulerys creen firmemente el dicho “lo que rebelamos, sanamos”.
“Hemos escuchado muchas historias de aquellos que han experimentado abuso cuyos padres o guardianes no les creyeron o no actuaron para protegerlos,” dijo Jeff. “Un amigo que fue abusado cuando niño me dijo, ‘Este es el pecado más grave del que nadie está hablando’”.
A través de todo, los Ulerys se apoyaron fuertemente en la oración, su comunidad de fe y un grupo de apoyo para sanar su herida. Están agradecidos de que una tragedia que pudo haber dejado sus vidas en ruinas ha hecho a su familia y su relación con Dios, más fuertes.
“La traición hizo que el confiar se nos hiciera muy difícil, pero con la sanación de Dios y la sanación lograda a través de la terapia, nuestra ansiedad está poco a poco mejorando. Dentro de todo, todos estamos en un viaje de sanación y estamos bastante bien”.