Dios es tan bueno con nosotros; nos promete que nos acompañará en nuestra jornada de fe. [Y por eso, la] reliquia de San Francisco Javier y una reliquia de San Papa Juan Pablo II, estas reliquias van a estar aquí, al pie del altar, detrás del altar. Es un símbolo y recuerdo de que los santos nos acompañan en nuestra jornada, nos van acompañando en la vida. El cristiano nunca va solo, siempre va con otros, y así es que los santos nos acompañan a nosotros.
Al parecernos más a Cristo, llegamos a conocer su presencia, especialmente en quienes nos rodean: nuestros hermanos y hermanas, en particular los pobres, los enfermos, los hambrientos, los solitarios, los abandonados y olvidados.
Cristo está presente en cada uno de nosotros. Si la Eucaristía que tomamos de este altar nos abre los ojos para ver a nuestros hermanos y hermanas como uno con nosotros y uno con Cristo... entonces sí estamos recibiendo dignamente la Eucaristía.