Editora: Señor Obispo, ¿Qué está haciendo la Diócesis de Austin para abordar temas de inmigración en el Centro de Texas?
Obispo Vásquez: En la Diócesis de Austin, estamos trabajando para abordar el muy serio tema de la inmigración, no sólo en el Centro de Texas sino también en nuestro estado y país. La inmigración es un tema de continua conversación y de intenso debate en nuestro país. La iglesia debe ser una voz de compasión, razón y principio moral.
Primero como Cristianos, estamos llamados a ser compasivos. Nuestra actitud debe ser la de Cristo mismo quien dijo, “fui forastero y me recogisteis” (Mt 25:35). Las palabras de Cristo nos guían en cómo debemos tratar a los inmigrantes. Dios ha llenado de dignidad a cada ser humano, y los inmigrantes no son una excepción. Ellos han sido creados a imagen y semejanza de Dios; por lo tanto, merecen nuestro respeto y cuidado.
La práctica de dar la bienvenida al extranjero es un tema común encontrado en la sagrada Escritura. Junto con los viudos y los huérfanos, el extranjero era considerado vulnerable y susceptible a la explotación. Los profetas antiguos hablaron a la gente de Israel sobre la importancia de dar la bienvenida al extranjero y nunca abusar de ellos. Las Escrituras Hebreas nos recuerdan un sinnúmero de veces que debemos de proveer de cuidados a los “ajenos” (queriendo decir los refugiados o extranjeros) entre nosotros. En el libro del Éxodo (22:21), escuchamos, “Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto”. En el libro de Levítico (19:34), escuchamos, “Como a un natural de entre ustedes tendrán al extranjero que viva entre ustedes, y lo amarán como a ustedes mismos; porque extranjeros fueron en la tierra de Egipto”.
Muchos inmigrantes ya pertenecen a la Iglesia Católica cuando llegan a nuestro país. Deben de ser bienvenidos y se les debe permitir participar de la manera más completa posible. Nunca deberán sentirse como ciudadanos de segunda clase, sino como miembros plenos de la iglesia.
La enseñanza de la Iglesia reconoce el derecho del gobierno de regular la inmigración y de evaluar el impacto de la inmigración en la economía y en nuestra seguridad nacional (Ciudadanía Fiel, 2015, p.81). Pero, la iglesia también insiste en que ningún país puede negar este derecho humano básico debido a temores exagerados o egoísmo. La enseñanza Católica asume que cuanto más próspero es un país, más generoso debe ser ese país para recibir a los extranjeros.
Editora: Ya que los “Dreamers” son un ejemplo de qué tan roto está nuestro sistema de inmigración ¿Qué pueden hacer los fieles para compartir el viaje con éstos jóvenes?
Obispo Vásquez: Lo primero que podemos hacer es conocer a los Dreamers. En los Estados Unidos, aproximadamente 1.8 millones de migrantes viven aquí con estatus de indocumentados; fueron traídos aquí como niños por sus padres o tutores. Con todos los efectos y propósitos, habiendo sido traídos aquí a una edad tan joven, y aunque nacieron en otro lugar, estos individuos no tienen otro hogar más que los Estados Unidos. Ellos fueron educados aquí. Su identidad se nutrió aquí. Se establecieron en comunidades de todo el país. Son estadounidenses en todo menos en el nombre.
Estos hombres y mujeres que solo conocen este país como su propio país merecen la oportunidad de ganarse la vida aquí. Mi sueño es que a estos Dreamers se les permita la oportunidad de ser miembros plenos de esta sociedad y de poder participar y continuar contribuyendo a construir esta maravillosa nación nuestra haciéndola más fuerte a través de los inmigrantes. Incluso a través de sus muchas dificultades y desafíos hay un profundo agradecimiento en estos jóvenes. Están agradecidos por la oportunidad que han recibido en este país y por su iglesia por solidarizarse con ellos; y ellos están agradecidos con Dios.
Editora: Algunos han dicho que el arreglar DACA y el sistema de inmigración no son temas pro-vida auténticos ¿Cómo responde usted a ese criticismo?
Obispo Vásquez: Los asuntos de inmigración son de hecho problemas pro-vida. Defender las vidas de los no nacidos siempre es preeminente y una prioridad para la iglesia; sin embargo, también debemos recordar que muchas de las vidas de estos inmigrantes también están en juego. En muchos casos, si no se les da acceso a algún camino hacia la ciudadanía aquí en nuestro país, sufrirán tremendamente si tuvieran que regresar a sus países de origen. A menudo llegaban a los Estados Unidos Porque venían huyendo de situaciones violentas y estaban siendo perseguidos. Nuestro sistema de inmigración está roto, lo cual es evidente en la gran cantidad de inmigrantes indocumentados que viven, trabajan y crían a sus familias aquí sin un camino hacia el estatus legal y la ciudadanía eventual. Esta es una situación intolerable porque aquellos a quienes algunos llaman “ilegales” son víctimas de este sistema fallido porque su falta de estatus legal los hace vulnerables a la explotación y el abuso. A pesar de que la inmigración ilegal debe ser rectificada, debemos protegernos contra demonizar a aquellos atraídos a este país con la esperanza de una vida mejor para ellos y para sus hijos. Muros por sí solos no proporcionarán ninguna solución, al menos no una solución digna de nuestro país. Necesitamos presionar a nuestros funcionarios para que resuelvan este problema. El sistema necesita urgentemente una revisión completa, y rezo para que nuestros funcionarios del gobierno lo consideren seriamente y arreglen la situación.
Editora: ¿Tienen los fieles obligaciones morales y humanitarias hacia los inmigrantes?
Obispo Vásquez: Sí, los fieles tienen una obligación moral hacia los inmigrantes. Cristo nos llama a recibirlos, a tratarlos con respeto y a ser conscientes de sus necesidades. Lamentablemente, en los últimos años ha habido algunas leyes estatales terribles contra los inmigrantes; estas leyes han sido punitivas y no hi-cieron nada para resolver ninguno de nuestros problemas de inmigración. Estas leyes han puesto en duda el hecho de que alguien que ayuda a los inmigrantes pudiera ser percibido como alguien que está cometiendo una violación de la ley.
Tenemos que respetar y ayudar a los inmigrantes porque son personas y no porque tengan los documentos correctos. Si están enfermos, cuidamos a los enfermos; si tienen hambre, les quitamos el hambre; si son pobres, tratamos de ayudarlos de alguna manera. Como Cristianos, estamos obligados a responder a sus necesidades. Existe un clima de temor entre los inmigrantes, y muchos se preguntan cuando se despiertan por la mañana si es que llegarán a la casa por la noche con su familia, o si serán detenidos por agentes de inmigración y serán deportados y separados de sus familias. Estas personas simplemente quieren vivir sus vidas en paz, trabajar duro, mantener a sus familias y contribuir a sus comunidades. Como Católicos, creemos que ayudar a los necesitados es un deber Cristiano fundamental que se deriva directamente de la vida y de la misericordia de Cristo, quien era él mismo un refugiado.
Editora: ¿Cuál es su oración por aquellos que están sufriendo por nuestro sistema migratorio roto?
Obispo Vásquez: Primero, mi oración es que nuestro gobierno tome muy en serio la necesidad de reformar las leyes de inmigración en este país. En segundo lugar, pido por que nosotros, como Cristianos, tratemos a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes con respeto y con la dignidad que merecen. La dignidad es un regalo sagrado que cada uno de nosotros ha recibido de Dios. Por lo tanto, estamos obligados a tratar a todos con dignidad y respeto.