Por el Diácono Michael Beauvais | Columnista Invitado
Una de mis palabras favoritas en la Escritura es la palabra ‘metanoia,’ que se traduce como arrepentimiento, una palabra que implica un cambio de dirección. La idea es que la mayoría del tiempo estamos caminando en la dirección equivocada, como los discípulos como los discípulos en el camino de Emaús. En lugar de buscar a Jesús, estamos muy ocupados luchando por nuestra cuenta, yendo por nuestro propio camino, tal vez, incluso, huyendo. Metanoia es el llamado a darnos cuenta de que puede que estemos en el camino equivocado y necesitemos cambiar de dirección.
La mayoría de los hombres llamados al diaconado (después de hablar con el pastor y de asistir a una reunión de información) experimentarán una nueva dirección en su vida. De muchas maneras, esto es lo que la formación al diaconado significó para Marian y para mí. La formación nos mostró que la más grande diferencia entre el voluntariado en un ministerio y el ser llamado al diaconado reside en la necesidad de aceptar el hecho de que la formación de un diácono se encuentra con mayor frecuencia en las cosas que nos requieren dar la bienvenida a oportunidades que no necesariamente escogeríamos nosotras mismas. Fuimos llamados a confiar en la providencia de Dios más que nunca lo hemos hecho antes; nuestra zona de confort era estrecha; fuimos guiados en una nueva dirección.
Todo el proceso de formación es una serie de experiencias que hicieron que Marian y yo viéramos nuestras vidas en una nueva luz. La formación se enfoca en los cuatro pilares: los aspectos humano, pastoral, intelectual y espiritual del ministerio ordenado y el crecimiento en todos ellos causa que uno expanda su zona de confort. Ma-
rian y yo vimos nuevas experiencias no como algo cómodo o incómodo sino como oportunidades de crecimiento.
Cada oportunidad causó un cambio en nosotros, moviéndonos de estar preocupados sobre el impacto que tenía en nuestras vidas, a verla más como oportunidades de crecimiento en el servicio hacia otros y mutuamente.
Cuando reflexionamos en la expe-
riencia de formación para ambos, y especialmente en cómo ella impactó nuestra relación como una pareja, no puedo evitar verlo más como creci-
miento que como cambio. La imagen que me viene a la mente es la de un capullo de rosa madurando lentamente hasta florecer en una rosa. Podríamos haber permanecido cerrados al mundo que Cristo había planeado para nosotros si no hubiera sido por la formación. Aún somos la misma pareja que siempre hemos sido, pero nuestra relación es más abierta. Estamos abiertos uno al otro, abiertos a los demás y especialmente abiertos a Dios.
No es que compartamos más cosas ahora, pero compartimos cosas más importantes, oramos juntos, compartimos las experiencias del ministerio y estamos más conscientes de la necesidad de buscar el camino de Dios más que el nuestro. La formación no nos hizo la pareja perfecta, sino que nos ayudó a ver qué tan importante es ser la pareja que Dios quiere que seamos para nuestras vidas. Nos estamos moviendo en una nueva dirección. No estamos ahí todavía, puede que nunca estemos, pero siempre sabremos que la manera para encontrar el camino correcto no es el seguir nuestro propio plan sino que depende de buscar el camino que Dios ha puesto para nosotros dos.
Cuando Marian y yo comenzamos el camino de la formación, ninguno de nosotros tenía ninguna idea de lo que significaría para nuestra relación por que estábamos seguros de que nuestra relación estaba bien.
La formación nos ayudó a ver que con Dios, estar bien no es suficientemente bueno. Dios quiere mucho más que nosotros y la formación fue un hermoso camino para saber qué tanto necesitábamos incluir a Dios en nuestra vida y estar abiertos a servirle y a aque-
llos que Él envíe a nuestro camino. Cualquier hombre que sienta el llamado al diaconado podrá encontrar la formación como una bendición a su matrimonio y a su familia a la luz de la nueva dirección en que la formación los guiará.
Hombres entre las edades de 30 y 59 años que se encuentren sintiendo el llamado de Dios al diaconado permanente deben discutirlo con sus pastores y obtener su permiso para asistir (con su esposa, si son casados) a una de las siguientes sesiones informativas (ofrecidas en español e inglés):
Feb. 17 en St. Mary Parish en Brenham
Marzo 17 en Eagle’s Wings Retreat Center en Burnet
May 5 en el Centro Pastoral en Austin
Cada session (2-5 p.m.) explorará el diaconado, métodos de
discernimiento, cualidades y características buscadas en quienes aplican, el viaje de formación, la participación de la esposa en la
formación, y el proceso de aplicación. Para mayor información, llame al (512) 949-2459; o visite www.austindiocese.org/diaconalformation.