Editora: Obispo, los obispos de Estados Unidos recientemente publicaron “abramos nuestros corazones,” una carta pastoral contra el racismo. Han pasado casi 40 años desde que los obispos publicaron “Nuestros Hermanos y Hermanas,” ¿Qué hizo de este tiempo el correcto para publicar una nueva carta pastoral?
Obispo Vásquez: Nosotros, los obispos, hemos estado preocupados por muchos años por los crecientes signos de racismo en nuestra sociedad. A través de los años, los obispos han escrito para expresar su preocupación pastoral sobre la mancha del racismo, a la cual algunos han llamado el pecado original de nuestro país. En los años pasados, actos de violencia han sido perpetrados contra personas de color, con algunos casos incluso involucrando a la policía.
Escribimos en la carta pastoral, “En los últimos tiempos, hemos sido testigos de expresiones atrevidas de racismo tanto por parte de grupos como de individuos. La reaparición de símbolos de odio, como sogas con nudos corredizos y esvásticas en espacios públicos, es un indicador trágico de la creciente animosidad racial y étnica. Con demasiada frecuencia, personas hispanas y afroamericanas, por ejemplo, enfrentan discriminación en la contratación, la vivienda, las oportunidades educativas y el encarcelamiento.
Frecuentemente los hispanos están en el punto de mira de prácticas selectivas de control de la inmigración derivadas de perfiles raciales, e igualmente los afroamericanos por presunta actividad criminal. También crece el temor y hostigamiento a personas provenientes de países de mayoría musulmana. Ideologías nacionalistas extremas alimentan el discurso público estadounidense con una retórica xenófoba que instiga el miedo hacia los extranjeros, los inmigrantes y los refugiados”.
Así que mientras declaraciones previas hechas por los obispos sobre el racismo fueron importante y siguen siendo relevantes hoy, en vista de estos ejemplos, sentimos la necesidad de abordar el racismo ahora. Es importante considerar como pastores, cuando nosotros, los obispos, escribimos este tipo de documentos, estamos hablando y enseñando como pastores. Con esta carta, queremos comunicar claramente que el racismo continúa afectando profundamente nuestra cultura de manera negativa. El racismo no tiene lugar en el corazón Cristiano. Por la gracia de Dios, a través de la ayuda de Cristo, podemos todos encontrar la fuerza y la gracia para trabajar para superar el azote del racismo en la sociedad.
Editora: ¿Cómo puede la iglesia efectivamente transmitir que el luchar contra el racismo es definitivamente un tópico pro-vida?
Obispo Vásquez: La definición de racismo es el juzgar a otras personas inferiores en razón de su raza o etnicidad. Como una iglesia, creemos que cada persona está hecha a imagen y semejanza de Dios. El racismo contradice el mismo concepto de que la persona humana ha sido creada a
imagen y semejanza de Dios. El racismo es un problema por que la injusticia y el daño que causa son ataques directos a la vida humana. Estamos llamados a honrar, respetar y proteger a nuestros hermanos y hermanas de otras razas y etnicidades tal como estamos llamados a honrar, respetar y proteger a los no-natos.
Editora: ¿Cómo puede la iglesia ayudar con la reconciliación racial y la sanación?
Obispo Vásquez: Creo que el paso inicial es que la gente admita que existe el racismo. Escribimos en la carta pastoral, “Finalmente, con demasiada frecuencia el racismo se manifiesta en forma de pecado de omisión, cuando individuos, comunidades e incluso iglesias permanecen en silencio y no actúan contra la injusticia racial cuando se la encuentra”. Las raíces del racismo se han extendido en profundidad en el suelo de la sociedad. Desafortunadamente, el racismo existe en nuestra sociedad y en nuestra iglesia; no somos inmunes. La carta pastoral descubre las experiencias históricas de los Nativo-Americanos, los Afro-Americanos y los Hispanos que han sufrido los efectos del racismo sistemático en nuestra nación.
Cada día, nuestras realidades sociales revelan la necesidad de más catequesis para facilitar una conversión de corazones genuina. Debemos continuar educándonos a nosotros mismos como clero, hombres y mujeres religiosos, y laicos para que nuestros corazones estén abiertos a cambiar lo que ha estado profundamente marcado en mucha gente. Cada uno de nosotros debe comprometerse a encontrarse con nuestros hermanos y hermanas, involucrándose con aquellos de distintas culturas y etnicidades. Cuando nuestros corazones estén abiertos al amor, la gracia de Dios nos permitirá vernos verdaderamente como hermanos y hermanas.
De mayor importancia, debemos escuchar con un corazón y mente abiertos las historias de nuestros hermanos y hermanas que han experimentado racismo. Con respecto y diálogo, podemos comenzar entonces a construir la confianza y a enfrentar verdaderamente la maldad del racismo. Debemos permitirle a Dios que nos cambie para que podamos amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y nuestra alma, con toda nuestra fuerza y amor por nuestros vecinos como por nosotros mismos. Estos dos mandamientos van de la mano. Nuestro mandato Cristiano es amar a Dios y amar a otros. Como dice la carta pastoral, debemos comprometernos a hacer justicia, amando la bondad y caminando junto a Dios (Mi 6:8). Debemos trabajar para reconstruir las relaciones rotas por el racismo.
Editora: ¿Qué espera usted que la carta pastoral logrará en nuestra diócesis?
Obispo Vásquez: Mi esperanza es que la carta pastoral nos lleve a un mejor entendimiento del racismo y a nuestra voluntad para enfrentarlo. Espero que permanezcamos juntos con otras personas de buena voluntad y luchemos para terminar con el racismo. En nuestra diócesis, tenemos una historia rica que puede enseñarnos muchas lecciones. Tenemos parroquias tales como Blessed Virgin Mary en Washington-on-the-Brazos, St. John the Baptist en Waco y Holy Cross en Austin, en las que Afro-Americanos han tenido grandes historias de fe y amor qué contar. Estos parroquianos tienen mucha sabiduría que pueden compartir con el resto de la diócesis. Ellos han experimentado tristeza y dolor, aún así, han perseverado y continúan siendo personas de gran fe. Espero que esta carta sirva como algo que anime los encuentros con personas de estas grandes parroquias y podamos escuchar sus historias.
Invito a mis hermanos sacerdotes a escuchar las historias de la gente dentro de sus propias parroquias y a aprender de ellas. Aprender cómo es que la gente ha sido tratada y, esperanzadamente, concientizar dentro de cada parroquia y comenzar a hablar contra la maldad del racismo. Ayudar a que la gente llegue a una conversión individual profunda de corazón, influenciará el cambio positivo y la reforma en nuestras instituciones y sociedad. Podemos entonces comenzar a trabajar juntos para poner fin al racismo en áreas en las que continúa existiendo.
En nuestra diócesis estamos preparando una sesión para escuchar el 4 de septiembre. Será facilitada por el Obispo Shelton J. Fabre, presidente del Comité Ad Hoc Contra el Racismo de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. Espero que la gente asista y aprenda sobre el racismos que ha sido experimentado justo aquí, en el Centro de Texas. Es beneficioso para hermanos y hermanas de diferentes denominaciones y fes el reunirse y hablar sobre el pecado del racismo. Más detalles se darán más adelante.
Editora: ¿Cuál es su oración por el mundo mientras nos esforzamos por una sociedad más justa?
Obispo Vásquez: Oro por que nosotros como Cristianos tengamos el valor de hablar contra el pecado de racismo y de eliminarlo. Que vivamos nuestra fe respetando a toda la gente de diferentes antecedentes y etnicidades. Oro por que “abramos nuestros corazones” para amar, sabiendo qué es lo que Dios espera de nosotros.