La Iglesia es llamada formar conciencia sobre las políticas y programas que apoyan la vida y la dignidad de cada persona humana desde la concepción hasta la muerte natural, así como las políticas que protegen y proveen a los pobres y vulnerables, garantizan la justicia para los inmigrantes y fortalecen la unidad familiar, y aquellos que aseguran que todas las personas tengan acceso a una atención adecuada médica y de salud conductual adecuada.
El trabajo caritativo de la Iglesia para alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, albergar a las personas sin hogar y apoyar a las mujeres embarazadas y sus familias nos lleva a participar en la promoción para acabar con la pobreza sistémica, la falta de vivienda y el hambre y para trabajar por un cambio positivo en la educación, la atención médica, servicios para mujeres con embarazos no planificados, ancianos, personas con discapacidad y apoyo para los pobres y vulnerables en todo el mundo.